lunes, 27 de marzo de 2017

Tercera parte por Abram Gannibal

Seudónimo: Abram Gannibal
    Autor: Asier Rey Salas

    Los escritores se acomodaron en la casa y se relajaron entre caladas prohibidas y juegos de mesa, felices con su merecido descanso. A las doce estaban de camino a sus catres, vencidos por la diversión.
A la una, todos dormían plácidamente.
A las dos, un alarido rompió el silencio.
Raúl se levantó, asustado; salió al pasillo y se encontró con Carmen, con Roberto, con Ángela... igual de atemorizados y extrañados. Habían oído aquel ruido desgarrador con demasiada nitidez.
—¿Dónde está Sergio? —preguntó Carmen. Todos se azoraron y miraron hacia aquella puerta cerrada.
Comenzó a manar la sangre y a manchar los pies descalzos de los escritores. Raúl se desbocó y aporreó la puerta, fuera de sí.
Cedieron las bisagras y la puerta se vino abajo. Allí, sobre la cama, reposaban los restos del malhadado poeta. Una cajetilla de cigarrillos era lo único que podía mirarse sin desagrado.
—Dios —susurraron—. Sergio... ha muerto.
Las lágrimas se desbordaron entre los presentes. Estaban en mitad de una pesadilla.
—Mirad —advirtió Roberto—. Hay algo allí.
Todos miraron a la esquina indicada. Apenas visible por la oscuridad, un arrugado lazo azul les anunciaba una terrible realidad.
Había un asesino en la casa.

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