Por Teresa Nuñez.
Para vos, a quien algún día creí amar.
Para vos, a quien algún día creí amar.
Para alguien
especial, un ser bello, noble y bondadoso.
Tal vez, pensé
que eso era suficiente para enamorarse. Pero lamentablemente no alcanza. Al
menos no para mí.
Quiero y
necesito a alguien, que me ayude a subir las colinas infinitas de la ilusión y
el deseo.
Que me permita
dibujar en ella, un furioso rayo de fuego y quemarme hasta desaparecer
transformado en brasa, siempre a punto de encender esa llama perpetua. que
sostiene vivas a las personas como yo.
No quiero, ni
debo, por respeto a vos y a tantas horas compartidas, caer en el triste
sentimiento del desamor. No lo mereces.
Sos muy, muy
bella, me gustaría, que tomaras en cuenta, todo esto que te estoy confesando
por este medio.
¡Se trata de
vivir! ¡De soñar, volar! ¡Somos agua y fuego! Somos todo o nada, ¿me entendes?
Pensalo, por
favor pensalo. Sabes dónde encontrarme.
Te voy a estar
pensando, extrañando. Bebiendo los besos que dejaste en mi boca.
Sé que me amas,
te pido que no me juzgues mal. Que te juegues y corras hacia mí.
Si decidís
hacerlo, te abriré la puerta, el alma, el corazón. Y juro, hacerte feliz por
siempre.
Seguro, existirá
en algún lugar, una casa, una choza o porque no un palacio. Simplemente el
espacio ideal para que podamos vivir algunas horas, meses, años. Lo que vaya
surgiendo, el día a día.
Sera mi regalo,
para vos, para ambos.
Te pido que lo
consideres.
Sé que parecen
solo utopías. Y quien dijo, que no se puede vivir de utopías. Yo creo que
sí.
Podrás pensar
que solo soy un soñador. Y si, lo soy.
Seguramente,
alguien te dijo que no se puede vivir de sueños. Yo creo que sí. Que los
sueños, alimentan el alma.
Yo puedo decirte
que temes alas, y seguramente te sentirás libre. Puedo decirte que el mundo
está a tus pies, y te sentirás poderosa. Y que está en tus manos y en tu
corazón ser feliz, y seguramente te sacare una sonrisa.
Entonces,
sonriente, libre y poderosa. ¿Qué consideras, que serias?
¡Una persona
feliz! No lo dudes.
Ahora, solo te
faltaría encender el fuego, ese fuego que yo necesito que me demuestres,
en cada caricia, en cada mirada. Y que cada vez que te me acerques,
temblorosamente prohibida, logres en mi el punto justo que me provoque un
orgasmo.
Te estaré
esperando, no demores demasiado, no despiertes el desamor.
Te dejo una
caricia.
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