lunes, 2 de noviembre de 2015

Transformación


Seudónimo: Sir Gregory Lestrange.
Autora: Carmen Gutiérrez.


Todo comenzó con un rumor meses atrás. Ya sabes, estábamos los colegas en el almuerzo, entre risas y cosas uno de ellos comenzó a narrar la noche más loca de su vida.  Nos contó que el fin de semana pasado, junto a unos amigos, recorrió el centro en compañía de una mujer exultante –a la que llamaba Beatriz– que se les unió en un bar de dudosa reputación. Bajando la voz nos narró con lujo de detalles lo que la mujer en cuestión hizo con ellos y para ellos. Los detalles eran tan picantes y tan bajos que, con sinceridad, pensé que hablaban de una prostituta. Me sorprendí cuando mi colega me dijo que no, que la mujer era la que tomaba las iniciativas y la que pagaba las rondas. Con risitas, los muchachos y mi mejor amigo, Paco, planearon salir por la noche en busca de tan explícita dama. Decliné la invitación ya que la gripe me estaba matando.

El sábado en la tarde, me sorprendió que Paco llegase a mi casa. Trajo una bolsa con tés y algunos panecillos. Lo recibí encantado al mismo tiempo que me intrigaba su visita; quiero decir que llevamos casi cuatro años de amistad y jamás se me ocurriría visitarlo por una simple gripe, y menos llevarle té de manzanilla.Lo notaba preocupado, le ofrecí jugar una partida de Street Figther y accedió. Pero cuando inicié el juego empezó a hablar. Sí, había salido con los colegas. Sí, habían encontrado a “Beatriz”. No, no había sido nada de lo que esperaba. Narró la noche anterior como una mezcla de pesadilla y sueño alucinante al ritmo de Pink Floyd.

Quiero pedirte perdón, amigome dijo mirando atentamente sus zapatos. Ya estaba muy borracho cuando la encontramos.

Cuando vio mi cara de desconcierto, pues la verdad es que no entendía nada, me dijo quién era en realidad la tal Beatriz.

Es ellaaseguró sin titubear y sin dejar de mirarme a los ojos, lo cual hizo más escalofriante la situación. Claro que dudé, y maldije…y volví a dudar. Pero la afirmación de Paco estaba tan bien cimentada que dejó de parecerme una.

Lo peor fue el lunes. No podía dejar de darle vueltas al asunto, me la imaginaba protagonizando todas esas locas anécdotas que mis compañeros no dejaban de comentar. Paco se había ofrecido a explicar la situación para que los colegas dejasen el tema por la paz, pero me negué. Comencé a tener pesadillas en los que todos me señalaban y se reían en mi cara. Fue cuando decidí montar todo ese aparato de espionaje que consistía en un auto diferente, un acento extranjero fingido y disfraz; claro, si a una gorra vieja, lentes oscuros y bigote falso se le puede considerar disfraz.

Estaba muy nervioso. Las manos me sudaban y apenas podía mantenerme quieto detrás del volante. Ella no conocía el auto de Paco y yo esperaba con todas mis fuerzas que no reconociese mi rostro detrás del cristal. Deposité mi confianza en los lentes oscuros y el bigote falso, sin embargo, no me quedaba dudas de que estaba jugando mi relación con aquella mujer sólo por un rumor. La esperaba fuera del bar gay de muy mala reputación que Paco había mencionado. Rogaba en mi interior que ella nunca llegase al lugar. Llevaba ya casi una hora esperando cuando se me ocurrió que quizá ella ya estuviera dentro y entré, caminando entre las mesas con más aprensión de la que me convenía aparentar y la vi.

Si un rayo me hubiese caído directo en los huevos no me habría sorprendido tanto como verla vestida de esa manera, irreconocible. Tacones altos, una falda tan corta que dejaba ver los ligueros, escote pronunciado, el cabello alborotado y mucho maquillaje. Estaba en una mesa semicircular en medio de dos chicas. A la vista de todos, la falsa rubia la besaba con lujuria mientras ella le apretaba con suavidad un pecho. La otra tenía la mano bajo su falda y la movía con ritmo. He visto escenas parecidas en montones de videos porno y siempre me ponían el tronco duro cómo una roca, pero ahora… estaba como un idiota, parado en medio de un río de gente, a punto de llorar como un niño. Alguien me agarró una nalga y soltó una risotada. Sin ver quien era, le solté un puñetazo dándole de lleno en la cara y cuando me volví me di cuenta de que era una chica.

La gente se apartó de mí mientras yo trataba de justificarme entre balbuceos y sin que nadie me escuchara debido a la música estridente. Traté de acercarme a la menuda chica, que me miraba desde el suelo sangrando por la nariz pero un enorme tipo salió de la nada y me colocó un golpe en el estómago que me dejó sin aire. Recuperé la compostura y comencé a hablar de nuevo cuando el gigante volvió a lanzar su manaza, esta vez hacia mi cara. Lo esquivé por un pelo y le regresé el golpe justo en las costillas. Pronto la gente comenzó a rodearnos, dejando al “Yeti” y a mí en el ojo de un huracán de gritos de asombro.

El gigante ni siquiera perdió el aliento con mi golpe y me lanzó una patada que yo detuve sosteniéndole la pierna en alto con mis dos manos, se tambaleó un poco pero mantuvo el equilibrio dando saltitos con su pie libre. Comencé a dar moverme obligándolo a bailotear, sabía que en cuanto lo soltara se abalanzaría sobre mi insignificante persona. Uno de los guardias de seguridad me detuvo por la espalda aplicándome una llave de lucha greco que me hizo soltar a mi oponente quien aprovechó para volver a golpearme. Otro guardia se encargó de inmovilizarlo y nos sacaron del lugar por la puerta trasera.

Nos lanzaron contra el piso del callejón trasero y nos molieron a patadas. El hombretón gritaba que él solo estaba defendiendo a su amiga y yo di rienda suelta al llanto, aproveché la oportunidad que los golpes me daban para sollozar y sacar toda esa mezcla de sentimientos que cargaba desde el sábado. Cuando los guardias se cansaron de golpearnos nos obligaron a irnos de ahí. Apaleados y enfurecidos caminamos juntos hasta la acera del frente del bar. Me dejé caer en el bordillo, sin importarme el olor a meados impregnado en el concreto. Para mi sorpresa el gigante se sentó a mi lado y me ofreció un cigarro. Lo rechacé con un gesto y él me ofreció otra cosa: mi bigote falso.

Se me pegó en los dedos cuando te pegué. me dijo con tono apenado.

Siento lo de tu amiga, si esto hubiese sido la semana pasada quizá me habría sentido halagado. Hoy no es un buen día.

El hombretón se encogió de hombros y agregó:

Voy a esperar a que salga. Prometí llevarla a su casa a salvo. No eres gay, ¿verdad? preguntó en medio de un quejido de dolor.

Negué con la cabeza.

Por un momento pensé que sí…dijo con media sonrisa. Pegas como niña…

Solté una carcajada que tuve que interrumpir por un grito dolorido, tenía una costilla rota. El grandulón rió junto conmigo y se puso de pie. Su amiga salía en ese momento y lo seguí. Quería disculparme y decirle que la había cagado. La chica aceptó mis disculpas. Tenía la blusa llena de sangrepero se notaba que la hemorragia se había detenido. Me ofrecí a llevarla al hospital y ella estaba rechazando mi oferta cuando unas risas se escucharon en la puerta.

     Una voz dolorosamente conocida dijo a sus acompañantes:

Vamos al hotel. Si les ha gustado lo que vieron ahí dentro van a volar con lo que les haré en la cama.

     Era ella. Me quedé congelado, forzándome por no voltear y verla a la cara.

¡Beatriz! saludó el gigante con alegría.

     Fue una reacción natural. Me volví y me topé con sus ojos sorprendidos. Sentí un pequeño gustillo al verla tan asustada como yo. Estaba en medio de un montón de motoristas con cara de matones. Uno de ellos le estaba restregando el pito en las nalgas sin ningún disimulo, mientras otro le lamía un oído. Los sentimientos se me anudaron en la garganta y los ojos se me hicieron agua.

Estaba viendo a una de las mujeres que más había amado en mi vida comportándose como una cualquiera. Sentí que cada uno de sus abrazos y palabras de amor eran tan falsos como su maquillaje.¿Cómo era posible que una persona pudiera ser tan buena y hermosa de día y convertirse en algo tan diferente de noche? ¿Cómo se podía ser dos personas totalmente distintas al mismo tiempo? Era como el cuanto del Dr. Jekill y Mr. Hyde.

Hola, abuela dije por fin.



- FIN -

Consigna: Género: Acción. Con Jekyll como parte de la historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario