lunes, 5 de octubre de 2015

Que ciento volando


Seudónimo: Pepito Jiménez Afisionao.
Autora: Esther DelosMonos.


            Un día cualquiera del año tercero de nuestra era, exactamente a las doce horas y treinta y cuatro minutos según el horario solar, un rayo oblicuo formado enteramente por partículas de luz y polvo, entra por la ventana lateral del hogar llegando a incidir sobre el banco de madera, dónde el padre suele trabajar. Esta afortunada interacción lumínica, llena todo en derredor de dorados destellos que tiñen el ambiente con oro. Siguiendo la parábola del reflejo, las hebras de hilo, color banco inmaculado, se deslizan con parsimonia de seda entre los dedos de la Madre, devanándose con esmero en lo que dentro de un par de años será un sencillo tapiz. Alcatifa que por otro lado e igual que el resto de sus cofrades, se acumulará en el cesto de mimbre cuyo cuerpo de juncos entrelazados debería quedar totalmente expuesto al sol, de no ser por la caprichosa figura de un perro blanco, que con gesto lastimero reclama un almuerzo emplumado al niño. “No se lo des jamás, pues no sabe lo que hace” son las amorosas palabras vertidas por el padre al oído del infante. Y es que como ya se sabrá más adelante, “más vale pájaro en mano...”   

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