Seudónimo: Marion Sanders.
Autor: Mauro Vargas.
Los encontraron
encerrados, dándose un inocente besito. Un ángel santurrón miraba por la
cerradura y como mensajero y buen chismoso, fue a decirle a Dios que la única
regla que imperaba en la fiesta fue transgredida. El Creador llegó en par
zancadas, entró en el cuarto y como es natural en su machismo divino, señaló a
la pobre serafina como la cruel tentadora. Sin tiempo para quitarse su disfraz,
la obligaron a recoger sus cosas en una caja y a largarse del paraíso.
Cuando llegó a la tierra,
se quitó la rubia peluca que ya lo sofocaba. Estaba pagando por aquella
estratagema que le había permitido verse a escondidas con su amada.
—La jerarquía no nos
permite estar juntos —le decía ella, entre sollozos—. Nos descubrirán.
—Vístete de hombre —le había
dicho a la angelita—, disfrázate de serafín como yo y yo lo haré de ángel, como
tú. Es como yo digo, confunde y reinarás.
Así lo hicieron, pero
fallaron, porque el Desgraciado siempre se enteraba de todo. ¿En dónde quedaba
el mensaje de amor que tanto profesaba? Todo era una mentira y se juró a sí
mismo demostrarlo hasta que pudiera estar de nuevo con su amada.
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