sábado, 25 de octubre de 2014

Tragedia minimalista


Por Diego Hernández Negrete.


  Juanfra tiene dolores muy seguidos en todo su cuerpo. Todos los días en cualquier horario, trabaja en una caseta de cerrajería. Su vida es muy aburrida.

  Cuando Juanfra por fin consiguió una novia bonita y amable, le pasaba a darle todas las quejas de sus dolores, ella se hartó un día y lo abandonó. Cuando
Eva deja a Juanfra, Éste se realiza cortes en su piel, no por depresión, Juanfra se corta cerca de alguna parte de su cuerpo que le aflige. La cabeza por ejemplo, se realiza un corte superficial en la nuca para liberar la tensión. Atribuye esa conducta autodestructiva como alivio para su dolor. Juanfra ya se ha hecho muchos cortes en todo su cuerpo.

   Cierto día mientras realizaba un duplicado de llave, Juanfra se distrajo intencionalmente y metió su dedo en el cortador de la máquina, el cortador lo jaló y le cortó el dedo llegando la herida hasta su nudillo. Juanfra le importa poco, tenía reumas en su mano y se liberó el dolor anterior.

   Juanfra llama a su jefe para decirle del suceso e ir al hospital. En el trayecto Juanfra pasa por una peluquería y quiere afeitarse la cabeza. El dependiente se niega a atenderlo y asustado se ofrece a llevarlo al hospital. Juanfra sale de la peluquería sin decir una palabra.

   La enfermera lo canaliza y lo alienta a despreocuparse, "estarás bien" dice la joven enfermera. A Juanfra le importa poco, aunque le gusta que le hable, después de todo tenía mucho tiempo sin escuchar una voz tan bonita. Una voz que le recuerda a Eva.

   Juanfra llega a su departamento, no es propio por supuesto: lo renta con la mitad de su sueldo. Juanfra come una pieza de pollo frito de hace una semana, no le importa enfermar.

   Juanfra sale a trotar al parque, su autoestima subió un poco cuando ve el atardecer, va sobre el carril peatonal en contra y la gente lo observa con desagrado, lo evitan y se mueven a un lado. Juanfra no se ha dado cuenta de la pésima apariencia que tiene. Olvidó que el peluquero se negó a atenderlo, su ropa está sucia y además huele mal. Juanfra se orinó encima.

   Juanfra regresa agotado, sube al último piso a fumar un cigarro, observa la inmensa brillantez de la luna y sonríe. Juanfra sabe que es lo que sigue: quiere alcanzarla.

   Juanfra sube al borde del edificio, estira la punta de su mano cosida, se distrae un poco y da un pequeño salto. Juanfra se lanza al vacío.


   Juanfra ha muerto, pobre desgraciado.


Fin

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