sábado, 31 de mayo de 2014

OJOS LEJANOS

Por Gabriel Herbas.

    “Ojos lejanos”, con esta frase él se refería a mí.

    —Ojos lejanos —era lo primero que decía cuando yo abría la puerta.
    Yo me lanzaba a sus brazos y lo abrazaba por una eternidad. Sintiendo su cuerpo; sacando de mi cabeza su ausencia; percibiendo su aroma.
    —Labios ansiosos —le decía yo, antes de besarlo, sin importarme su aroma a tabaco. De hecho me gustaba, era ése el aroma que un hombre debía tener en aquella época.

    Yo tenía solo catorce años cuando me casé con él. Me pareció romántico que hiciera parte de la marina. Él se iría por unos días, yo lo esperaría con ansias en nuestro hogar, junto al mar. En la orilla del mundo.
    Pero entonces, tres años después, cuando estaba embarazada de nuestro primer hijo, estalló la guerra del Chaco.
    Lo despedí en el puerto con nuestro hijo en mi vientre. Ahora lo recuerdo, mis lágrimas se intensificaban por la incesante lluvia que caía.
    —Volveré —me dijo esforzándose por no llorar, pero con gotas de lluvia recorriendo sus mejillas —volveré y tus ojos no serán lejanos de nuevo.

    La guerra terminó pero mi espera por él jamás lo hizo.
    Nuestro hijo nació, creció y falleció. Jamás conoció a su padre. Sin embargo, yo vi morir a mi hijo, yo estuve en su funeral, otro día lluvioso ahora que lo pienso. En cambio, jamás supe lo que le sucedió a mi esposo y por ello el enigma persiste.

    En sueños él regresa. “Ojos lejanos”, una y otra vez lo escucho.
   
    Desde hace semanas, se han desatado las lluvias en el puerto. Cada noche, el mar oleante y espumoso, traía consigo lo que parecía una caja negra, rectangular, que chocaba contra la orilla. Era una imagen borrosa en medio de las inmensas gotas de agua y tal vez fuera solo mi imaginación. Pero, anoche creí ver algo, o para expresarlo mejor: Alguien, cubierto de sábanas blancas empapadas por la lluvia, de pie en la orilla del mar.
    Era él, no lo dudé. Era él, que había vuelto justo como lo había prometido. Era él, que volvía para llevarme a ese lugar especial donde había estado todo este tiempo. Era él, que me extrañaba tanto como yo a él.
    Aunque, en medio de la lluvia, en medio de mis deseos y en medio de mis pesadillas, quizá solo hubiera sido mi imaginación.
    Quizá esta noche lo descubra.
    Quizá.

– FIN –

Basado en: «HAIKUS», de Vanesa Ian.

1 comentario:

  1. Hola Raúl,
    ¿ Un fantasma que vuelve a por ella ?
    O quizás sea la muerte que desea reunir a los amantes.
    Siempre con ese toque un tanto funesto... me encanta. ^_^
    Un bruto saludo escritor.

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