viernes, 30 de mayo de 2014

Micro relato del Haiku

Por Romina Hernández García.

El sonido de sus pasos era tenue, miró hacia atrás, nadie. Las calles le devolvían el eco de sus pasos, el húmedo asfalto brillaba a la luz de la luna. Sólo faltaba esperar un poco, la inquietud de sus extremidades le daba aviso de lo que iba a suceder, tembló pero se controló al instante, faltaba poco  y ya no había nadie afuera a esas horas de la noche .
Se detuvo frente al puente y aspiró el aire frío de la noche. La luz amarillenta de los faroles entre los frondosos árboles le ofrecían un escenario perfecto para la transformación. Memorizó de nuevo lo que planeaba hacer y se dejó dominar por los bruscos movimientos que precedieron a su liberación. Cayó al suelo temblando y sintiendo su cuerpo deformarse, sus uñas ahora eran garras, sintió su espalda abrirse y liberar sus alas. Sintió su piel abrirse y dejar salir unas hojuelas que pronto le cubrieron todo el cuerpo, el brillo de sus escamas rojas llamó la atención de un vago medio dormido, ella extendió las alas, se elevó y perdió en el cielo estrellado.

Terminado el trabajo volvería al puente, se resguardaría debajo de la estructura en donde había empezado todo y esperaría encontrar al otro día en el periódico la noticia que anhelaba.

– FIN –

Basado en: «Hi no Ryuu (Dragón de Fuego)», de Carmen Gutiérrez.

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