miércoles, 10 de julio de 2013

Un buen matrimonio


Por Diego Hernández Negrete.


Dick y Jane era sinónimo de matrimonio perfecto, eran más de lo que catalogaba en la época de los noventas como una pareja de spot en contra de violencia y ejemplar de calidad de vida. Ambos trabajaban y hacían el deber del hogar juntos. No tenían vicios y salían a divertirse variablemente en su tiempo libre. Dick era pasivo, comprensivo, relajado y tímido. Jane sin duda lo complementaba; era Inteligente, responsable, sociable y adorable.

Así pues Dick era un maestro en las técnicas relacionadas con los ivos, ados e idos. Resolvía los problemas reflexionando en silencio las vulnerabilidades y las ventajas que lo ayudaban a mantenerse callado en el momento exacto y sólo era cuestión de tiempo esperar a que llegará la solución a sus manos. Su talón de Aquiles era el estrés, se le podía ver más tranquilo que un cocodrilo esperando el momento para cerrar la mandíbula, pero a decir verdad su cabeza palpitaba de dolor.
Si los comparáramos con animales Dick sería el cocodrilo, esperando bajo el terrible sol, hambreado hasta que la solución aterrizara en su boca. Jane sería un lindo loro que no para de hablar, algunas veces sin pensar hasta obtener resultados. Su arma eran las palabras. Ella iba al grano sin rodeos y sin oídos, su taladreante voz dejaba mudas a sus presas sin oportunidad de dejarlas siquiera abrir la boca. Una combinación perfecta la mantenía al mando, era tan adorable y persuasiva que no existía un no como repuesta. Su defecto era el rencor, podría acumularse tanto odio irrazonable que al final resultaban bombas de críticas destructivas.

Dick trabajaba en una empresa de seguridad privada donde era coordinador de embarques de exportación, su tarea era muy sencilla pero aburrida: contar cajas de zapatos y revisar algunas al azar para asegurarse que no hubiera nada ilegal dentro del calzado, indicaba a los cargadores como estibar la mercancía para equilibrar el peso de la caja del trailer, tomaba registro de las incidencias y la documentación del operador. En palabras más divertidas era como jugar bingo, al cantar línea suponía que se había repetido algún número de caja o que la misma iba en mal estado, y llenar el cartón ( o el formato de revisión de cajas) significaba que la orden de compra estaba completa. Lo malo del empleo era que Dick trabaja por disponibilidad y eso implicaba trabajar hasta que el último par de zapato saliera de la banda y fuera empacado junto con otros once pares que hacían una caja de pedidos de hasta seiscientas.
Su jornada laboral adorablemente podría ser desde cuatro horas o infernalmente se alargaba doce horas más sin remedio alguno de poder salir a comer algo.
Estaba bien pagado y además, trabajaba de dos a cuatro días por semana dependiendo de la temporada. Por ejemplo, en Estados Unidos había más exportación durante julio, en Brasil se mandaban de cinco a diez contenedores en abril debido al carnaval de Río de Janeiro o en Londres se disparan las ventas por el boxing day en diciembre.

Jane trabajaba en un gimnasio para ricos, en lugar de pesas había costosos aparatos en forma de plato donde se realizaban diferentes ejercicios básicos mientras la base vibraba. Agendaba de dos a cuatro sesiones por día, lavaba toallas y realizaba actividades esporádicas que su jefe le encomendaba, por ejemplo comprar dulces para los jóvenes debiluchos que se les bajaba la presión, ir a la farmacia por medicamento para combatir las dificultades al orinar (debido a la vergüenza viril de su musculoso jefe) o recortar números para poner en venta el auto viejo de la misma inútil persona.

Todo parecía marchar bien, hasta que los celos hicieron su aparición.

Jane tenía un odio incontrolable hacia Ayn, ex novia de Dick. Él trataba de hablar lo menos posible sobre ella, aunque Jane insistía en saber todo lo que pasará. Mientras él lo consideraba una omisión para evitar la incomodidad de Jane, ella afirmaba que eran mentiras u ocultamiento que suponía infidelidad. Jane también tenía un ex novio del cual muy poco o nada hablaba. Lo único que Dick sabía era que tenía un hijo o hija y que habían terminado mal.

Un episodio psicótico que tuvieron fue un delirio compartido que casi terminaba con la relación. Salieron juntos a caminar por el centro de la ciudad para pasar el rato, compraron helado, visitaron algunas tiendas y criticaron a algunos desgraciados hasta que pararon en un evento familiar donde una mujer gorda cantaba canciones típicas de bodas. Un signo peculiar de nervios de Dick era apretarle fuerte la mano a Jane sin decir nada, cuando lo hizo en aquel momento fue porque Jane había estado observando ciegamente a un joven con una carreola y que también la veía.
Cuando Jane sintió el apretón volteó la mirada en trescientos sesenta grados como buscando a alguien y de inmediato se empezó a alejar de la multitud soltando la mano de Dick, se enojó cuando éste rechazó su mano mientras ella se alejaba diciéndole que le explicara que estaba pasando.

El trayecto que habían hecho de ida, lo hicieron de regreso en una cuarta parte de tiempo, casi al llegar a casa de Jane, Dick la sujetó del brazo diciéndole que tenían que hablar, quería arreglar las cosas y saber qué había ocurrido exactamente. Dick mencionó algo acerca de su ex novio alegando que lo contrario al amor era la indiferencia y que no entendía por qué se había puesto así. Jane lo miró atónita y con la boca abierta preguntando de qué carajo estaba hablando. Típico en las relaciones, ella pensando que le había apretado la mano porque creyó que Ayn estaba cerca y se enojó cuando Dick no quiso tomarla de la mano, prediciendo que Dick quería verla. Contrario a esto, Dick pensó que Jane se descontroló cuando ella se dio cuenta que la había descubierto observando a su ex novio y que quería irse de ahí inmediatamente.

Por tonterías como esa solían discutir y pasaban días sin hablarse. El cocodrilo orgulloso sin pedir perdón y el loro adorable que adjudicaba falsedades inexplicables. Resultaba tan admirable que Dick insistiera y se dignara a aceptar la culpa como también ver a Jane quedarse callada y escuchar los razonamientos de su pareja.

Un embarazo indeseado prometía mejorar las cosas, contra todos los pronósticos (durante la menstruación y tomándose la pastilla del día siguiente) Jane dio a luz a una hermosa niña, era igual a su padre.
Al principio todo era maravilloso, ninguno pensaba en quien acechaba al otro, amaban a la niña y le dedicaban el tiempo necesario, la llevaban al parque y visitaban a los cuatro abuelos de Caylee.

Después de una tarde familiar Jane revisaba la correspondencia cuando se encontró con una carta de felicitación que rezaba el nombre de Ayn en el pie de página, empezó a gritar como loca, agarró un cuchillo y lo hundió en el muslo derecho de Dick, el pobre sin atreverse a regresar la agresión, corrió con la niña en brazos, se encerró en el baño toda la noche hasta que en la madrugada llegaron los paramédicos y obviamente las patrullas.
Durante el proceso se divorciaron y Dick consiguió la custodia de Caylee. Jane sin quedarse con los brazos cruzados luchó para quedarse con la niña aunque le sirvió de sombrilla en huracán.
Tras un mes de evaluación psicológica Jane fue diagnosticada con un trastorno bipolar con un episodio reciente hipomaníaco.
Fue considerada inimputable aunque la hospitalizaron de inmediato.

Un día, Dick recogió a Caylee de la guardería y la dejó en una fiesta de cumpleaños, regresó a casa solo con ánimos de descansar dos o tres horas. Cuando subía las escaleras sintió una vaga sensación que lo incomodaba, lo atribuyó a los nervios que dejaron las secuelas del infierno de Doña simpática, resultaba imposible pensar en ella, estaba con camisa de fuerza en las montañas de la locura.
Antes de echarse la siesta, Dick prendió la televisión y puso el noticiero, el titular era una bomba en el pabellón de alta peligrosidad en San Pedro del Monte, tres mujeres escaparon matando al vigilante, dos de ellas capturadas casi enseguida pero la tercera sigue libre. La cadena de noticas no menciona nombres aunque Dick sabe que se trata de Jane. Lo sabe porque notó una presencia en la sala de estar. Lo sabe porque huele a la esencia floral de Jane. Lo sabe en el momento que escucha unos ligeros pasos en el pasillo.

Dick enmudece, sus músculos se paralizan, sus ojos están fuera de órbita. Su cabeza le dice que debe moverse, correr y salir de ahí pero no puede.

Fin

3 comentarios:

  1. ¿¡Qué le pasó!? Interesante, todo se veía tan bien al principio pero al final :( Te deja con ganas de saber de que más es capaz esa mujer, saludos!

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  2. Gracias! Espero que algún día se convierta en algo más :)

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  3. Sí! Sería interesante que hubiera una continuación... :)

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