martes, 23 de abril de 2013

EL FUEGO Y LA ESPADA


Por Cintia Gutiérrez.


 La joven corría por las calles de Muguet, teniendo esa espantosa sensación  de que su vida estaba en peligro una vez mas; la oscuridad de la noche, la quietud del barrio de casa bajas y ventanas cerradas marcaba  la sensación de soledad y desesperación en su corazón de perseguida.
Sacudió la cabeza mientras seguía  corriendo,  tenía que calmarse para poder pensar. No hay país más seguro que Montaigne, ni condado mas tranquilo que Aur para todos aquellos hijos del fuego que quieren un lugar para vivir en paz, lejos de Castilla y los perros inquisidores que le dan caza como a animales.
Leonora había visto como sus padres eran asesinados por esos malditos fanáticos de la cruz cuando era una niña pequeña, perdiendo su casa, bienes, titulo, todo… menos su vida y su don de controlar el fuego que ardía en  su corazón.
 A lo largo de los años, cambio de nombre y de lugares muchas veces, esquivando a sus captores; fue prisionera y vio como torturaban y asesinaban a otros magos del fuego interior pero, un día, conoció a Dominique y su extraño don para abrir portales de un lugar a otro; juntas pudieron escapar de la inquisición y de Castilla, llegar a  Montaigne y refugiarse en la corte de ese país de  arte, humor y libertad de pensamiento, al menos, en apariencia.
Al doblar por una esquina vio luz que salía de una casa, al acercarse escucho ruido, música y risas, se acercó aún más  y descubrió la parte de atrás de una taberna, en su interior había un grupo de mercaderes con ropa colorida bebiendo y jugando a los dados, junto a algunos nobles que apostaban, sólo ese  escenario percibía por la pequeña ventana. Decidió entrar para beber una copa y esperar a ver si sus perseguidores se atrevían a entrar allí a sacarla por la fuerza.
Dominique le había dado lecciones sobre las costumbres del lugar,  por eso sabía que permanecer en la taberna por mucho tiempo no era lo mas recomendable para una joven sola, menos si tenia un vestido elegante de corte bajo la capa. Sigilosamente dio vuelta al edificio y se encaminó hacia la entrada cuando un hombre alto, ataviado de negro y armado con un sable apareció de la nada y  se interpuso en su camino.
-¿Quieres beber algo pequeña bruja?- Le dijo el sujeto con un extraño acento, delatando que también era un extranjero.
Leonora miró por la puerta, en el interior un hombre tocaba el piano entre la risotada de unas damas con poca ropa y unos caballeros con copas de vino en sus manos, nadie les prestaba atención.
-Eso no es asunto suyo.- le contestó mirándole a los ojos mientras intentaba acercarse a la puerta.- Si quiere dinero le doy lo que tengo, luego lárguese y déjeme en paz.-
Acto seguido, la joven metió la mano dentro de la capa para extraer la bolsa con 50 soleis ( moneda local) que le había entregado Dominique, pero interrumpió su movimiento cuando escucho la sonora y maliciosa risa del sujeto.
-Si quisiera dinero no estaría perdiendo el tiempo persiguiéndote, pequeña escurridiza.- El sujeto llevo la mano al pomo de la espada y corrió su capa del lado derecho, dejando ver el estoque que llevaba colgado del cinturón, con la intención de amedrentarla.
Leonora apretó los puños para contener la rabia, ese hombre estaba humillándola, llamándola “pequeña” mofándose de su baja estatura o, tal vez, provocándola para que volviera a perder el control como en el castillo del conde.
-Entonces ¿Qué demonios quiere? ¡Dígalo de una vez!- Suspiró y ,sin apartarle la mirada, colocó ambas manos en su cintura como para marcarle que no portaba armas. – ¿Va a matarme sin que me pueda defender? ¡Sea hombre y responda mi pregunta!-
El sujeto se tomó unos minutos para estudiarla de pies a cabeza y luego en tono burlón dijo:
-Tienes tus encantos, aunque en “pequeña proporción” comparado con las mujeres de Montaigne. Pero no son mis caprichos los que tienes que satisfacer, sino los de mi señor: Roberto Bernoulli, parece que le gustan las mujeres fogosas y tú has dado un buen espectáculo en el jardín del duque. No puedes juzgar al hombre por estar interesado en conocerte-
Leonora se llevó las manos al pecho intentando calmar el frenético latido de su corazón, este hombre había sido enviado por ese pervertido, ebrio de la fiesta ,que la había hecho enfadar tanto que reveló su poder, manipulando magicamente las llamas para mantenerlo a raya y luego teniendo que huir, sin siquiera  hablar con su amiga.
-No lo he lastimado, sólo le mostré que conmigo no se juega ¡Eso va a para usted también! Si ya me vio actuar entonces se imaginará que es lo que puedo hacerle si se atreve a desenvainar esa espada.-
El sujeto volvió a emitir esa siniestra risotada.
-Claro que conozco el poder de los magos del fuego interior. De hecho, solía trabajar para los inquisidores castellanos pero era aburrido, demasiados fanáticos y  fáciles de liquidar por dinero
. Pero los Bernoulli pagan igual de bien y disfruto con sus excentricidades.  Además no tratan tan mal a las mujeres, ni siquiera a las que les chamuscan las plumas de sus sombreros. – El sujeto hizo una pequeña pausa para estudiar el rostro de la joven, percibir su miedo, detectar algún movimiento.  - Le sugiero que me acompañe tranquilamente y mi espada quedara guardada en su sitio pero… si intenta alguna tontería, no solo yo sacaré mis armas, mis amigos ocultos en la oscuridad también lo harán. Y, para que vea lo “caballerosos” que podemos ser en Vodacce, tendremos la amabilidad de escoltarla a las afueras de la ciudad.-
Leonora intentó vislumbrar a los otros “amigos” del sujeto de negro, pero le resultaba imposible, eran muy sigilosos, podían estar en cualquier parte, moverse era un riesgo, pero dejarse secuestrar, definitivamente no era una opción.
Cuando estos pensamientos cruzaron por su mente sintió una mano en el hombro, giró su cabeza y vio a un hombre alto, rubio, de brillantes ojos celestes y bigote perfectamente recortado; su atuendo era el de un noble, sobre el pecho llevaba el emblema de una escuela de esgrima, por la escasa luz no pudo distinguir de cuál se trataba, estaba armado con espada y main gauche[1], aparentemente pensaba intervenir en la contienda.
-Me preguntaba por que la dama permanecía de pie en la puerta sin entrar, claro… una sombra parlante se lo impedía.- Tras decir estas palabras el caballero rubio dio unos pasos y se puso frente a Leonora.- Permítame señorita, yo arreglare el asunto para que pueda beber su copa de vino.- El caballero completó su frase con una leve inclinación de cabeza, luego giró sobre sus talones, colocándose de frente al sujeto de negro.
La joven pudo ver sombras moverse entre la oscuridad, suponía que eran los secuaces del vodaccio que intentaban atacar al caballero rubio por la espalda.
-Veo que no esta solo “señor sombra”. Cinco contra una dama es algo desigual y cobarde ¿No le parece?-
La voz del caballero rubio era suave y agradable, como la de todos los hombres de Montaigne pero su tono era firme, estaba decidido a enfrentarse contra todos esos enemigos por una desconocida. El corazón de Leonora dio un brinco de emoción ante la actitud de ese valiente,  pero se contuvo; eran demasiados contra uno solo, debía ayudarlo de alguna manera.
-Me parece  que se esta metiendo en un asunto ajeno, señor… “Valroux”.- El sujeto de negro había cambiado  su expresión burlona por una seria, sin dudas conocía la fama de las escuelas de esgrima montaignesas y de los certeros duelistas de Valroux, sin embargo confiaba en la superioridad numérica en caso de tener  que despachar al impertinente. –Debería volver a su mesa.-
-¿Debería? Jajaja.- Rió sonoramente el caballero rubio.- Tal vez no sea lo mas prudente, confesarme ante unos extranjeros, pero… sepan ustedes, me refiero a todas las “sombras cobardes” que se esconde en la oscuridad, ¡Que el deber de un caballero es proteger a una dama! Por lo tanto les doy la oportunidad de retirarse antes de que desenvaine mi espada y acabe con sus miserables vidas.-
Leonora sonrió triunfante, otro hombre valiente en este maravilloso país. La expresión  socarrona del sujeto de negro había desaparecido, sin dudas estaba nervioso; sin embargo, no iba a rendirse tan fácilmente.
-Muy bien.- Concluyo  el vodaccio poniéndose en posición de duelo.- Al menos déme su gracia; así sabré que nombre debo escribir en su tumba.-
- Me llamó Armand Le´Pike y créame, no seré quien muera esta noche. También sería conveniente que se presentara, así no tendría que llamarlo “señor sombra”.- El caballero rubio desprendió su capa y la arrojó al suelo, desenvaino su espada y main gauche, paseando su mirada por la zona, intentando percibir ataques a traición.
- Con que el hijo del marques de Muguet defiende a una bruja… En mi tierra se burlarían de usted y semejante desperdició de la vida. Será una buena anécdota cuando les cuente a mis parientes, los Caligari. Mientras aún respira, puede llamarme Zorrento.- Tras estas palabras el sujeto dio un paso adelante y, con un rápido movimiento de la espada intentó llegar al cuello del señor Le´Pike.
Sin embargo el caballero rubio se anticipó a su movimiento, cruzando su main gauche para bloquear el ataque y, con una gran juego de piernas,  se ubicó a la diestra de Zorrento, allí logro darle un corte a la altura  del hombro  con su fina espada. Leonora pudo escuchar el gruñido del vodaccio, similar al de un lobo herido por un cazador, y luego como gritaba unas palabras en su idioma natal  llamando a sus compañeros.
Una sombra se abalanzó por detrás de Armand, intentando clavarle una daga, pero él fue mas rápido, con una floritura veloz como el rayo giró su espada hacia atrás, cortándole el cuello a su enemigo, sin siquiera voltearse para verlo.
 Su atención estaba en Zorrento quien también era bastante bueno con el sable, lo suficiente como para realizar una finta y cortar los botones del chaleco de Armand con su brazo herido.
              -Tuvo suerte señor Le´Pike, pero aún seguimos siendo cuatro contra uno y no podrá predecir los movimientos de todos.- Dijo el sujeto de negro acercándose a al caballero rubio chocando su sable contra el main gauche y empujándolo hacía atrás.
- ¡Tenga cuidado, señor Armand!- Le advirtió Leonora.- ¡Un enemigo a su izquierda!-
Pudo moverse rápidamente pero no lo suficiente, la daga de la sombra traicionera emitió un corte a la altura de su cadera, no muy profundo, pero lo suficiente como para lentificar sus movimientos. Armand ejecutó otra floritura que logro desarmar a su atacante, sin embargo dejo su flanco derecho libre para que Zorrento pudiera clavarle su estoque.
-Supongo que en su país se acostumbra a ganar a cualquier precio, en el mió nos acostumbramos a no rendirnos con facilidad.- le dijo el caballero rubio apretando los dientes para resistir el dolor.
La joven veía la complicada  situación para su héroe, volteo su mirada unos segundos a la taberna, nadie parecía enterarse de la pelea en la puerta, pensó en ir por ayuda, tal vez pedir prestada una espada, acordándose de unas lecciones de esgrima había recibido en sus viajes. Cuando estas cuestiones pasaron por su mente escucho un  sonido terriblemente familiar; la percusión de un arma, el tercer secuaz del vodaccio estaba escondido cerca suyo preparando una pistola para dispararle al señor Le´Pike, sin tener mas opciones que usar su poder Leonora no dudó y desató el infierno.

La explosión del arma cortó la música del piano, las damas dejaron de reírse y varios hombres se acercaron a la puerta, Philipe Le´Pike apuró su bebida, tomó sus armas, se calzó el sombrero y se encaminó hacia la puerta, seguido por sus subordinados quienes abandonaron sus respectivas compañías.
-¡Señores abran paso a los mosqueteros del Empereur!-  Dijo Philipe con voz enérgica.- Es hora de poner orden.-

Zorrento estaba a punto de darle el golpe definitivo al engreído montaignes cuando lo sorprendió la explosión. Gilberto, uno de sus compañeros salió despedido varios metros cayéndole encima.
Armand puedo ponerse en pie y  recobrar el aliento mientras miraba asombrado el espectáculo; la jovencita, tenia los ojos encendido cual llamas de candelero, las luces de la puerta danzaban cerca suyo desprendiendo mariposas de fuego que se dirigían de forma precisa sobre las espaldas de sus enemigos encendiendo sus ropas, uno de los sujetos yacía en el piso, a escasos metros del caballero rubio gritando y maldiciendo en su idioma, la explosión del arma había desintegrado su mano izquierda y estaba sangrando.
Zorrento se levanto furioso, dio unos pasos decididos hacia Armand, pero se detuvo cuando escuchó una voz de alto. Giró su cabeza y reconoció el uniforme de los mosqueteros, problemas con la ley era lo menos conveniente,  uno de sus compañeros estaba muerto por perseguir a la bruja, otro imposibilitado de usar su mano izquierda; luego de hacer esa rápida evaluación sus posibilidades de cumplir el encargo de Bernoulli eran nulas, por lo tanto sólo quedaba resguardar su pellejo.
-Nos volveremos a encontrar, señor Le´Pike y saldaremos cuentas.- El dijo el vodaccio para luego ocultarse entre las sombras.
Armand todavía estaba perplejo por el extraño poder de la señorita cuando su enemigo se marcho.
-Cálmese.- Le dijo suavemente, esbozando una sonrisa.- Sería una verdadera pena que una mujer hermosa terminara en la cárcel por culpa de estos miserables.-
Leonora pestaño varias veces y apagó las llamas, luego, agachando la cabeza  y se disculpo ante el caballero rubio.
-Siempre que hay problemas en la ciudad tu te las ingenias para estar en el medio, hermano.- Dijo el capitán acercándose a la pareja.- Escucho tus explicaciones.- Philipe detestaba a su  Armand, lo consideraba un bueno para nada, arrogante y torpe, capaz de meterse en problemas por una falda, incapaz tomar seriamente las cosas.
-Es simple, unos bodaccios atacaron a la dama y yo la defendí; algo normal para un verdadero heroe.- Respondió Armand, sin darle importancia a los comentarios de su hermano. Él lo consideraba estructurado, incapaz de pensar o sentir más allá de su deber.
-¿Normal?- Philipe posó su mirada en Leonora.- La magia destructiva del fuego no es normal. Ni siquiera para nuestros enemigos los castellanos, que persiguen a estos magos; tratando de erradicarlos en vez de comprender su poder para usarlos a su favor. En Montaigne no somos tan entupidos, siempre y cuando no cause problemas será bienvenida en estas tierras.
-Mi hermano sin dudas investigara pero… seguro que los vodaccios buscaran venganza, en ese caso yo estaré aquí para enfrentarme nuevamente a ellos o quien perturbe su afable existencia, estimada señorita.- Armand hizo una reverencia ante Leonora, la joven confiaba que sus nuevos amigos sin dudas la cuidarían de las dificultades venideras,
Por fin estaba en el lugar correcto.
FIN


[1] Main gauche es una daga especial diseñada para ser usada en la mano izquierda el las luchas de esgrima, dentro de las escuela de Montaigne Valroux es quien enseña el uso de esta arma para detener un ataque.

1 comentario:

  1. Ay, que emocionante! Leonora, una maga de fuego! *-* me ha impresionado que saliera ha defenderla! genial! me ha gustado! una historia interesante en verdad!

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