jueves, 28 de febrero de 2013

Repercusión apocalíptica entre los holinitas

Por Alejandra López.


El origen de los sentimientos siempre fue un misterio para los holinitas. Sabían que en un pasado remoto carecían de ellos y, por lo tanto, la vida había sido mucho más sencilla en ese entonces.
Desde que llegaron los sentimientos, los holinitas trataron de combatirlos sin resultados hasta el momento.
—Papi, te quiero mucho.
—Bueno, pero mejor tratá de pensar en otra cosa ¿eh?
—¿Por qué?
Esos cuestionamientos que tampoco antes existían tenían preocupado a Lónesis.
— Bueno, hija…Esas cosas que sentís: el amor, el enojo, el dolor, antes no existían aquí. Y podríamos decir que desde que se instalaron estamos tratando de que desaparezcan porque solo nos han traído complicaciones. Yo no soy el más indicado para dar el ejemplo ya que me enamoré de tu madre. Eso trajo aparejado un montón de problemas. Empecé a sentir celos de ella y por esa estupidez, ayer la maté.
—No sé lo que son los celos.
— Sos muy chica para saberlo. Tal vez cuando crezcas, alguna vez los sientas.
—En el instituto nos dijeron que los sentimientos son muy difíciles de quitar.
—Así es. Para eso estás yendo al instituto, allí te enseñan a controlarlos.
—También nos contaron que están aquí por el asunto de un rozamiento.
—Es una probabilidad, aunque todavía no hay nada demostrado. Dicen que puede deberse al impacto de una porción del planeta Tierra que chocó contra el nuestro hace diez mil portustis.
—No tengo muy en claro qué tiene que ver eso, todavía no me lo explicaron.
—Allí vivían unos seres llamados terrícolas que se extinguieron hace cincuenta mil portustis. Ellos tenían sentimientos. Todo lo hacían en el nombre de los sentimientos.
—¿Algo así como por lo que mataste a mami?
—¡Correcto! Se amaban, se odiaban y todo eso les trajo aparejados problemas: guerras, conflictos familiares y sociales. Endiosaban al poder y algo a lo que llamaban dinero. Así, paulatinamente, fueron destruyendo su planeta.
Ellos esperaban un apocalipsis diferente. Tal vez que sobreviniera rápido o tal vez más lento por los cambios climáticos y la escasez del agua que era vital para ellos. La cuestión es que fue una agonía lenta. Un día azotó a los terrícolas un virus que los extinguió. No se sabe bien qué lo desencadenó, probablemente haya sido un ave o un pez que con su materia fecal contaminó las aguas. La cuestión es que el virus, prácticamente asintomático provocó la esterilidad de esos seres.
—No entiendo qué es eso.
—Ellos no se reproducían como nosotros, no podían crear nuevos seres humanos. Era un virus muy potente además de contagioso y no lo podían combatir.
— ¡Contagioso! Eso es lo que está pasando con nosotros.
—¡Exacto! Hace diez mil portustis se desprendió un trozo del planeta Tierra que rozó al nuestro y se supone que por contagio nosotros empezamos a tener sentimientos.
—¿Y eso nos trae los problemas?
—Sí. Realmente es un grave problema. Los holinitas del norte están en guerra con los del sur ¿por qué? Por la envidia que es otro sentimiento vil. Eso les trajo aparejado el odio y ahora están combatiendo porque unos son opacos y otros, luminosos.
—Es muy malo todo lo que pasa, papi.
—Bueno, pequeña, vamos a ver si don Difuntis terminó de preparar a tu madre para el funeral. Los holinitas somos difíciles de sepultar. Mañana vendrán los del servicio técnico a traernos otra madre para vos.
—Nosotros nunca fuimos a la Tierra ¿no?
—No, pero allá existía algo parecido a nosotros, lo llamaban hologramas.



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