miércoles, 2 de mayo de 2012

La diosa del mar


Por Norma Villanueva.



Estaba sentada a la orilla del mar. Eran las diez treinta de la mañana y no tenía más en mi mente que el ir y venir de las olas. Simplemente me tranquilizaba. Simplemente estaba ahí. Encogí mis hombros, respiré profundo y el aire saldado, invadió mis pulmones. Me sentí feliz, como nunca, pero un pequeño vacío empezó a formarse en mi corazón. Pero no supe que era.
- Puede que extrañes algo- dijo una voz ronca. Pero no de esas voces sabias. Esa era normal.
Mire hacia abajo, extrañada, pues estaba segura que solo estaba yo en la playa. Era una pequeño cangrejo negro, o quizá mi conciencia.
-¿Nos conocemos?- pregunte dudosa.
- No. Pero podríamos- dijo muy seriamente mientras sacaba sus largos ojos de cangrejo de las cuencas oculares. –Me llamo Mozi- dijo sin mostrar ninguna emoción.
-Mucho gusto, creo- le dije de forma vacilante
Puede que extrañe algo… es algo muy raro… ¿que podría extrañar?- me pregunte de forma muy despacio, como tratando de ordenar mis ideas. No supe que contestar, que podría extrañar si todo en mi vida ha sido efímero. Otro suspiro. Más olas. Otra bocanada de aire marino.
- Puede que sea algo que hayas dejado inconclu…
- No, eso jamás- no lo deje terminar- eso jamás Mozi, siempre termino lo que empiezo- dije sin alterarme.
-No soy Mozi- me dijo un poco molesto por la confusión- mi nombre es Api.
Vi hacia abajo, hacia arriba a los lados, y no había nadie o nada que me estuviera hablando. De repente vi un pequeño surco en la arena, con un nervioso trazado. De el emergió un pequeño caracol.
-¡Aquí abajo!- dijo de forma casi temperamental – puede que ni siquiera te hayas dado cuenta, pero tienes algo que jamás has terminado.
Recuerdos. Montones de recuerdos corriendo atropelladamente en mi cabeza. No podía ubicar algo, por muy pequeño que fuera, que dejara inconcluso. Más olas. Una bocanada larga de aire marino. La marea subía.
Lo único en lo que podía pensar era lo extraño de este día, había hablado con un cangrejo y un caracol. Eso era totalmente extraño. Empezó a crecer dentro de mí, una enorme sensación de vacío, de abandono. Me sentí triste… Mozi y Api habían abierto en mi algo que había estado cerrado por mucho tiempo, algo que nadie más había tocado nunca, porque simplemente no sabían que estaba ahí. Pero yo misma no sabía que era, porque simplemente ni siquiera yo sabía lo que era. Extrañaba algo, pero no sabía el que; y me sentía triste por ello.
Decidí levantarme, era suficiente para mí. Iría a mi habitación y descansaría; había pasado toda la tarde sentada en la playa, que lo más probable era que estaba deshidratada o no había comido lo suficiente. Mientras me levantaba, note que la playa ya se había llenado de más turistas. Estaban ahí, jugando, bebiendo, o simplemente tomando el sol. Espero que ninguno me haya escuchado hablar con el cangrejo y el caracol. Caminaba despacio. Fijándome muy bien en las personas que se atravesaban en mí camino. Esa joven con su bikini a rayas; una señora realmente gorda, que sin ningún ápice de vergüenza hacía un strapless, el señor que jugaba con sus dos hijos en la arena y su esposa congelando el tiempo en una fotografía.
De pronto sus expresiones cambiaron, todos tenían la misma cara de asombro y terror… miraban hacia mí y me señalaban. Yo no entendía nada, me vi más manos, los brazos, mis piernas una rápida mirada de frente: todo normal. ¿Por qué me veían? ¿Qué era lo que señalaban? Di un rápido vistazo hacía mi parte trasera. Mientras un señor me tomaba del brazo.
¡CORRA!, ¡QUE DIABLOS ESTA PENSANDO! ¡CORRA!- me dijo muy alterado.
Vi hacía atrás. Era una ola inmensa. Y no había nada que pudiera detenerla, y venia justo hacía la playa en la que estaba. Decidí no correr. Me quedaría ahí esperando que me tomara. Sería una muerte rápida. Escuche como violentamente entraba a la costa. Y arrasaba con todo a su paso. Todavía no me había alcanzado. Escuchaba como crujían las sillas de playa, como las palmeras eran quebradas por la fuerza del agua. Todavía no me había alcanzado. Vi como violentamente alcanzó a las personas que estaban en la playa, no tuvieron oportunidad de escapar, muriendo al instante, todos eran cadáveres flotando. Todavía no me había alcanzado.
Eso ya era extraño.  Vi a mí alrededor y yo estaba flotando en esa inmensa ola sin daño alguno. Como si estuviera en una burbuja de mi tamaño, protegida totalmente. Mozi y Api aparecieron al poco tiempo. Estaban felices de verme ahí junto con ellos. También un tanto sorprendidos.
Te dije que era la elegida- dijo Mozi en un tono muy excitado.
Yo sabía que lo lograría- terminó de decir Api. Debemos llevarla de inmediato con Ran- añadió muy serio el pequeño caracol.
¿Llevarme con quien?- pregunte desconfiada
La diosa del mar… ¿No lo recuerdas? - me contestó irónicamente Mozi.
Ha pasado mucho tiempo no seas duro con ella- dijo Api tratando de tranquilizar al cangrejo
No necesitaba nadar, la especie de burbuja de mi tamaño me transporta. Mis pulmones ya no necesitan oxigeno, se han acostumbrado al agua marina; y no me he convertido en una sirena, mis piernas tienen, ya una extraña forma acuática.
Tu cuerpo se está adaptando muy bien, y eso que ha pasado ya, mucho tiempo de la última vez que estuviste acá- me dice Api muy feliz.
¿La última vez que estuve acá?- pregunto extrañada. Yo nunca he estado acá- le digo  sin vacilar.
¡Déjala Api! Ran le explicara todo cuando lleguemos- reprendió Mozi.
Estamos ya muy cerca de la morada de Ran- dijo Mozi con un tono serio.
Por fin llegamos a donde Ran, y no era nada como lo pintan en las películas, no había pompa de un reino submarino, no habían criaturas marinas bailando, no había opulencia. Solo había una mujer, hermosa, muy hermosa.
Soy Ran, la diosa de los mares- dijo con una voz tan sublime que movió hasta la última de mis entrañas. Y tú eres mi descendiente, pero te lo explicare todo poco a poco- dijo mientras nos dirigíamos a otra habitación.
Mi cuerpo temblaba de la emoción, simplemente no podía creerlo, como era posible que yo fuera descendiente de la diosa de los mares.
Silencio absoluto.

¡Vamos a llegar tarde!- gritó mi abuela desde el otro lado de la puerta. La entrada al hotel es dentro de dos horas y faltan muchas cosas que alistar- siguió gritando mi abuela, mientras su voz entraba cada vez más fuerte en mi cabeza.
Abrí mis ojos y sonreí. Y supe que todo había sido un sueño muy extraño.
Puede que al final se haga realidad… hoy iremos a la playa- dije mientras me levantaba de la cama

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