martes, 24 de enero de 2012

Tu corazón, mi dolor

Por Cristian Barbaro.


Cuando te conocí
estaba encerrado en mi soledad,
agobiado por los abrazos
que me entregaba su falsedad.

Cuando te conocí,
el mundo giraba ignorante
alrededor de un eje
que nunca sería amante.

Cuando te conocí
en tus ojos me perdí,
celestes como el cielo,
el color de un horizonte sin anhelo.

Ese día fue el último de mi pasado.
Ese día fue el comienzo de mi vida.
Ese día conocí el oscuro lado
de una mujer bella pero fría.

No pude resistir el poder
que los deseos ejercían en mí.
Cauto me acerqué a ti.
Todas mis palabras te regalé.

Logramos destruir el tiempo.
Detuvimos los destinos.
Observamos los deseos
acercarse por nuestros caminos.
Desde el firmamento,
Dios nos miraba con celos.

Nos entregamos al placer
que estalla en la cama.
Encendimos el fuego de mil pasiones.
Los vecinos despertaban;
por las enormes ventanas
se filtraban nuestros gritos invasores.

Vivía en un mundo de rosas,
llovían caricias de pétalos.
En el horizonte una tormenta
se acercaba con nubes de espinas.

Saber es un don que no sabemos usar.
Ver es un poder que no queremos ejercer.
El dolor es un sentimiento que odiamos.
La ira es un amigo íntimo, fiel.
Vi que me engañabas.
Mis penas no supe llorar.
La furia me odiaba.
El dolor, sinónimo de ceguera,
en mi corazón, una guerra iniciaba.

Mis ilusiones te llevaste.
Mil besos me robaste.
Mis caricias de amor me quitaste,
a un extraño se las entregaste.

Mi corazón sufría de dolor,
ese amigo que me apuñalaba,
mientras en mi muerto interior
una inminente venganza planeaba.

Mis lágrimas eran cristales,
en el suelo se estrellaban.
Con sus filosos bordes
mi alma tajaban.

Esperé ansioso el momento.
Me escondí en una falsa sonrisa.
Era como tú, una mentira.
Era como tú, me robaría tu vida.

Fue solo un instante.
No necesité de la suerte.
El destino con su tiempo
te entregaría a mi Muerte.

Por mi camino avanzaste.
Yo era una bestia acechando a su presa.
Alguna vez me amaste.
Aún me pierdo en tu belleza.

El cuchillo de intenso filo,
es como el filo del dolor:
un filo que no corta
pero desgarra.

No llores, no grites.
Nadie te oirá.
Nadie puede vernos.
Nadie te rescatará.

En tus labios las palabras «te amo»
son el ejemplo de la falsedad.
Tus lágrimas sinceras
saciarán a mi soledad.

La sangre de tu cuello
a mi rostro baña.
El sonido del degüello
fortalece el final de mis ganas.

Oh, lamento lo que he hecho.
La gran mancha de sangre
por toda la casa se expande.
La tristeza que nace es grande.

Mi amigo, el dolor,
se encuentra satisfecho.
Dentro de un frasco
guardo tu corazón.

Tu corazón, mi dolor.
Mi corazón, tu dolor.
Mi amor, tu muerte.
Tu amor, mi fuerte.

Late sin fuerzas,
mueren las certezas.
Me abandona el dolor,
de rojo se tiñe mi razón.



FIN

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Género pedido: poesía.

1 comentario:

  1. Wow y la poesía te cuesta? Pues nos e nota! Muy bueno! Muchísimas Felicidades! Excelente! Cami.

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